La Meditación de los misterios del Rosario nos conforma a Jesús

No quisieramos terminar el día de Nuestra Señora del Rosario sin una meditación al respecto. Compartimos a continuación un fragmento de San Luis Maria Grignión de Monfort acerca de la meditacion de los misterios de Cristo en el rezo del Santo Rosario.

El principal cuidado del alma cristiana es caminar hacia la perfección. “Sed fieles imitadores de Dios como hijos suyos queridísimos que sois, nos dice el gran Apóstol. Esta obligación está comprendida en el decreto eterno de nuestra predestinación como el único medio debidamente ordenado para conseguir la gloria eterna. San Gregorio de Nisa dice gráficamente que somos pintores. Nuestro alma es el lienzo sobre el cual debemos aplicar el pincel; las virtudes son los colores que deben prestarle la belleza; y el original que debemos copiar es Jesucristo, imagen viva qie representa perfectamente al Padre eterno. De modo que, asi como un pintor, para hacer un retrato al natural, pone el original ante sus ojos y a cada pincelada vuelve a mirarlo, del mismo modo el cristiano debe tener siempre ante sus ojos la vida y las virtudes de Jesucristo, para no decir, hacer ni pensar nada sino conforme a Él.

Para ayudarnos en la obra importante de nuestra predestinación, la Santísima Virgen ordenó a Santo Domingo exponer a los fieles que recen el Rosario los misterios sagrados de la vida de Jesucristo, no solamente para que le adoren y glorifiquen, sino principalmente para que regulen su vida y sus acciones con sus virtudes. Ahora bien, de igual manera que los hijos llegan a la imitar a sus padres viéndoles y conversando con ellos y aprenden su lengua oyéndoles hablar, como un aprendiz consigue dominar su arte viendo trabajar a su maestro, así también los fieles cofrades del Rosario, considerando seria y devotamente las virtudes de Jesucristo en los misterios de su vida, se hacen semejantes a su Maestro divino, con el auxilio de su gracia y por la intercesión de la Santísima Virgen.

Si Moisés ordenó al pueblo hebreo de parte de Dios mismo que jamás olvidase los beneficios de que había sido colmado, con mayor razón el Hijo de Dios puede mandarnos que grabemos en nuestro corazón y tengamos constantemente ante nuestros ojos los misterios de su vida, de su pasión y de su gloria, puesto que son beneficios con que Él nos ha favorecido y con los cuales mostró el excelso de su amor por nuestra salvación. “¡Oh vosotros que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor; que sufro por vosotros!” (Lm 1, 12) “¡Acordaos de mi pobreza y vida errante, del ajenjo y amargor que sufrí por vosotros en mi pasión!” (Lm 3,19).

Estas palabras y muchas otras que pudiéramos recordar; nos convencen sobradamente de la obligación en que estamos de no contentarnos con rezar vocalmente el Rosario en honor de Jesucristo y de la Santísima Virgen, sino ir meditando al mismo tiempo sus misterios sagrados”

Fragmento de «El secreto admirable del Santísimo Rosario», de San Luis Maria Grignión de Monfort